lunes, 25 de octubre de 2010

VIAJEROS PROFESIONALES






Es gracioso cómo en un viaje como el nuestro te convierte en un profesional del viaje. Una cosa es ir de turismo, lo que hacemos todos en vacaciones y otra cosa muy diferente es viajar. Cuando vas de turismo no quieres problemas, estas contento con tenerlo todo por delante y el tiempo vale mucho más que el dinero. Quieres disfrutar y descansar y no se plantea ir en bus, habiendo taxis aunque sean 10 veces más caros. Sobre todo no quieres problemas ni dificultades y toleras el “borregueo” por las ventajas que conlleva. Pero en un viaje como el nuestro el tiempo es más prescindible que el dinero y el presupuesto hay que estirarlo. Aquí se invierten las tornas. En el tema del taxi o el autobús suele salir ganando el bus, se comparan varios sitios para dormir, se huye del borregueo como de la peste, etc, etc. El resultado es que conoces y charlas con los locales en el autobus, normalmente duermes mucho más cómodo y con mejores vistas y a veces con desayuno y wifi en el tercer sitio que chequeas y pagando lo mismo que te pedía el primero, visitas los sitios más agusto que con las masas, etc, etc,etc. ahora bien hay que tomarse el trabajo de comparar.


Hispana y yo hemos calculado que estando atentos vas reduciendo el presupuesto en un 20% diario. No es mucho cuando estas de turismo, si te vas a gastar 300 euros en una semana de vacaciones, te da igual gastarte 360 y estar cómodo, pero en un viaje de un año es mucha la diferencia. Ese 20 por ciento nos ha permitido estar, por ejemplo, viajando los 12 meses en vez de 10 o pasar por 30 países en vez de por 24. Visto así, dos meses y seis países más de viaje si son un gran impacto que hace que compense el tiempo dedicado los problemillas en los que te metes y las incomodidades sufridas.

Pero el profesionalismo del viajero no se queda solo en el ahorro, sino que te lleva mucho más allá. Adquieres tal conocimiento de los entresijos de internet y de los chollos disponibles, que los locales del país ni sospechan que existen. Por ejemplo hemos ido gratis de Sydney a Brisbane, hemos conseguido esquiar gratis en Nueva Zelanda o incluso nos han pagado por llevar una super caravana en la que dormimos estupendamente desde Los Angeles hasta San Francisco. También nos hemos quedado con las ganas de conseguir algún chollo como volar de Cancún a Bruselas por 165 euros (cuando encontramos este chollo ya habíamos pagado el billete de Hispana sin posibilidad de devolución) Pero quizá lo mejor de todo, ha sido poder darnos el lujazo de despedirnos en un hotel de cinco estrellas en Cancún por 40 euros.

LA DESPEDIDA



La verdad es que después del pedazo de año, los dos le teníamos miedo a la despedida. Separarse en México después de haber dado la vuelta al mundo juntos en casi un año, no era la situación más fácil, pero sí la que más se ajustaba a lo que teníamos planeado desde siempre (que yo me quedara en una zona barata y de buenas olas a rematar el viaje). Pero el miedo precisamente nos hizo hacer las cosas bien. Sabíamos que si caíamos en los sentimentalismos, se nos amargaba la última semana de viaje. Los dos pusimos mucho de nuestra parte y solo hubo un par de días que los nervios estuvieron a flor de piel; había muchas cosas en las que pensar y una enorme página de nuestra vida estaba a punto de pasarse, pero en general lo hicimos estupendamente.

La forma en que orientamos la despedida fue llenarla de sorpresas. Pequeñas motivaciones que nos hicieran ir pasando las horas que nos quedaban con ilusión, en vez de cómo una triste cuenta atrás. Fuimos saltando de sorpresa en sorpresa hasta el mismísimo aeropuerto y para cuando pudimos poner la primera cara triste, resulta que estábamos en el control de pasaportes. Resulta gracioso comparar la foto de la salida de Málaga que se supone que teníamos que estar ilusionadísimos (en realidad en ese momento estábamos agotados y tristes por la despedida de la familia) y la de la despedida en Cancún en la que estábamos de “buen rollismo” en vez de tristes por separarnos.

viernes, 22 de octubre de 2010

HISPANA ME DEJA SOLITO



“Hispana me deja solito” ¡qué morro tengo! Hispana ya está en España para volver a la vida normal y hacerse con las riendas de la economía familiar hasta que yo llegue a ayudarle. Mientras yo voy a estirar este sueño personal un poquito más y voy a quedarme viajando unas semanas más. Voy a cumplir otra de las cosas que hace tiempo que he querido hacer y nunca había podido y es dedicarme a surfear exclusivamente, durante un tiempecito.

La verdad es que me siento raro viajando solo después de tanto tiempo con Hispana. En el día a día, cada uno asumíamos nuestros roles; yo programación, lectura de documentos legales, transporte y ella intendencia, calidad, regateo, etc. por ejemplo ella, llevaba estupendamente el control de calidad de los hoteles y eso lo noté la primera noche que me quede solo, porque sin saber cómo ni porqué, acabé metido en un “fistro” de sitio que todavía me acuerdo.

En Japón las estadísticas de divorcios crecen exponencialmente en edades de jubilación. Y es que por lo visto los matrimonios trabajan tanto que no se conocen y es cuando se jubilan, cuando llegan a conocerse, de tal forma que no se aguantan y se divorcian Para Hispana y para mí, este año ha sido una prueba de todo lo contrario. Ha sido un año muy intenso y muy bonito en el que hemos estado juntos las 24 horas del día, tomando decisiones y tirando de maletas y todo ha salido perfecto. Los dos hemos crecido mucho en todos los sentidos. En cuanto a conocimiento global del mundo, culturas, geografía, idiomas, etc.,etc.,etc. Pero también hemos crecido como pareja, nos conocemos mucho más a fondo, nos sabemos sobrellevar con más mano izquierda cuando el momento lo requiere, somos más cómplices y somos más amigos de lo que ya éramos.

En fin que, no solo ha sido un año infinito por lo que hemos hecho, sino también por todo lo que hemos experimentado y por todo lo que hemos crecido juntos. Y ahora me toca a mí disfrutar y echar de menos a la mejor compañera de viaje…

lunes, 18 de octubre de 2010

DIFERENCIA DE ENERGÍA







Ignacio y yo nos llevamos 13 años y aunque en principio pudiese parecer que la balanza se inclinaría hacia mí lado en lo que respecta a la energía ¡nada más lejos de la realidad!. Desde que nos conocemos no hemos parado de hacer deporte y actividades al aire libre en las que siempre Ignacio ha tomado la iniciativa y yo le he seguido. Recuerdo que hubo una fase de adaptación cuando empezamos a salir donde yo a veces estaba tan agotada que de repente me entraba un sueño irremediable que no podía vencer. Yo le llamaba “la cuenta atrás” porque tenía como unos 5 o 10 minutos para que mi organismo se quedase dormido en cualquier situación. Así que si por ejemplo andaba por la casa tenía que aligerarme para lavarme los dientes e irme corriendo a la cama o si íbamos en el coche Ignacio sabía que se quedaría solo conduciendo el resto del camino…

Todavía recuerdo nuestro primer senderismo juntos. Fue un viaje que hicimos a Cazorla y yo pensaba que quizás tendría que esperarlo en la caminata. Terminé tan agotada que me planteé si llegar al final del camino, estuvimos andando como 10 o 12 horas, condujimos desde Málaga ida y vuelta y encima encajamos un viaje a Marruecos… y todo eso en las vacaciones de Semana Santa.

Desde entonces me quedó claro que sólo podía aspirar a seguirle “como podía” en lo que a actividad física se refiere.

En este viaje gracias al torrente de energía que tiene Ignacio hemos podido visitar más cosas y más a fondo. Cuando ya estoy muy cansada y no puedo más y me voy durmiendo por las esquinas (literalmente) él todavía tiene fuerzas para seguir haciendo cosas u organizando lo siguiente que vamos a hacer. Yo en esos momentos no puedo más que “parasitar” su energía y aprovecharla sin aportar gran cosa.

Pero esta diferencia de energía también es mental. Viajando tanto hay que estar constantemente alerta, pendiente de las cosas, organizando, leyendo, hablando con gente en otros idiomas, leyendo contratos de alquiler, seleccionando tours, agencias etc, etc… en este tema también reconozco que normalmente desconecto y lo dejo todo en sus manos.

Y es que viajar con Ignacio es un lujo porque se maneja por el mundo estupendamente y aunque a veces mi energía no me llegue para seguirlo en todo, siempre encontramos la manera de hacer la misma actividad aunque él la haga en menos tiempo o con más recorrido o con alguna actividad extra…

EL MEJOR DÍA DE PLAYA DE MI VIDA













Bueno, pues a falta de un par de días para que se acabe el que será de los años más dinámicos de mi vida, hemos decidido relajarnos en la playa, ya que la tónica de este viaje ha sido por norma ir deprisa. En otras palabras, queríamos terminar el viaje “descansando un poco”.

Para no terminar encajando alguna actividad, ayer convencí a Ignacio para que devolviésemos las bicicletas (nuestro medio de transporte en Tulum) y nos fuésemos a la playa a no hacer nada ¡y qué playa! Resulta que hemos dado con un hotel a orillas de la playa diseñado con mucho gusto y muy bien integrado en el paisaje ya que son chozos hechos con roca, madera y paja. Mira que hemos visto playas increíbles en el Pacífico y en el Índico, pero es que el Mar Caribe tiene algo especial que no sabría describir…

Hemos tenido una playita particular en el hotel rodeada por unos mini acantilados de roca (que la hacían inaccesible al resto de la gente). El paisaje es tan bonito que no hemos podido para de hacer fotos. La arena aquí es muy blanca y finita, pero de la que luego se sacude bien. El agua es como una piscina, muy transparente y con pequeñas olitas que cuando se levantan presumen de lo turquesas que son y de lo blanca que es su espuma… pero lo mejor de todo ha sido que como es temporada baja ¡¡¡¡éramos los únicos en el hotel!!!. Esto traducido, quiere decir que quitando la limpiadora, no había nadie; playita privada.

Había sillas y mesitas de madera en la playa bajo sombrillas de paja y he estado tomando el sol en una tumbona metida en el agua y las olas me mecían en la orilla… Hemos leído en hamacas colgadas de palmeras, comido a orilla del acantilado y dormido en una cama colgada del techo…

Luego por la tarde (y para que a Ignacio no le diera algo de tanta inactividad) nos hemos paseado por la playa y hemos ido caminando hasta las ruinas mayas de Tulum que están en la misma orilla, en unos acantilados (Ignacio de hecho ha entrado en el recinto nadando).

Y para ponerle la guinda al pastel hemos cenado jamón (mexicano) oyendo el ir y venir de las olas a la luz de la luna porque aquí en la playa no hay electricidad (y por tanto no hay contaminación lumínica ni ruido…).

En resumen, HA SIDO EL MEJOR DÍA DE PLAYA DE MI VIDA.

UNA INMERSIÓN IMPRESIONANTE. EL CENOTE DE LOS DOS OJOS








La península del Yucatán en el sur de México, formada en su mayoría por material calizo, está horadada por un complejo e intrincado sistema de ríos y lagos subterráneos que forman galerías, cuevas y cavernas inundadas de enorme belleza. Los Cenotes. Son la más parecido a las cuevas que todos hemos visitado alguna vez, pero con la enorme particularidad de que no están “llenas” de aire sino de un agua tan transparente como el aire. En los cenotes, la claridad del agua es tan enorme que a veces te olvidas del medio en el que te desplazas. Es una sensación extraña, de como si estuvieras flotando por una cueva llena de estalactitas y estalagmitas sin reparar que está llena de agua hasta que de pronto se te cruza un pececito que se siente atraído por la luz de tu linterna. Es un poco como ese placentero sueño que creo que todo el mundo hemos tenido alguna vez que consiste en estar nadando a braza a media altura por el salón de tu casa o por dentro del Museo del Prado, etc.

Más que una inmersión, es una visita a una cueva con grandes salas, galerías, angosturas y formaciones kársticas, que al estar sumergidas son mucho más especiales. Pero lo más espectacular es cuando coincide que el agua no llega al techo de la cueva y hay chimeneas o aberturas naturales por donde se cuela la luz del sol. Se crea un entorno en el que ves desde el fondo de arena blanca, las paredes marrones y blancas “azulando” según se alejan de la superficie y los verdes del exterior reflejándose en el agua quieta y el perfil de la abertura visto desde abajo con la distorsión del prisma del agua que hacen que para mí, la inmersión en el cenote haya sido la más especial de mi vida y para Hispana ha sido una inmejorable mezcla entre inmersión, espeleología, deporte y naturaleza.

SEGUIMOS EN TERRITORIO MAYA













Ya de camino a Cancún, dónde Hispana coge su avión de vuelta, vamos trazando la ruta, según las ruinas mayas que nos interesa ver. En el norte de Guatemala, en la comarca del Petén hay más de 800 ruinas, de las cuales, las más importantes son las de Tikal. La característica principal de Tikal son sus altas y alargadas pirámides que rompen el techo de la jungla que las rodea. Algunas de ellas son tan empinadas que producen vértigo al que normalmente no tiene y ya se han cobrado la vida de más de un turista.

Quizá por la época del año en la que hemos venido, estamos teniendo mucha suerte y casi que estamos disfrutando de las ruinas en solitario, aunque también lo buscamos; intentamos ir a horas “más raras” y solo subimos a las pirámides cuando vemos que están tranquilas. Por supuesto no siempre lo conseguimos pero la mayoría de las veces sí y la diferencia es abismal. Desde arriba las vistas son impresionantes y cada minuto arriba en silencio vale por diez.

La selva Lacandona es el entorno natural que engulle muchas de las ruinas de la zona cubriendo territorio de Guatemala y llegando hasta el estado de Chiapas en México, nuestra próxima parada.

Famosa entre las famosas y no muy lejos de Tikal, aunque ya en México, están las ruinas de Palenque, destacando, en esta ocasión por sus palacios. Le teníamos miedo a Palenque por la cantidad de turistas que recibe, pero una vez más hemos escapado con éxito buscando las horas tranquilas y “regateando” a los grupos. La verdad es que las ruinas impresionan muchísimo y regalan unos paseos fantásticos que te invitan a imaginarte la vida de los mayas en las épocas de esplendor de aquellas ciudades.

jueves, 14 de octubre de 2010

EL SALVADOR. POR FIN OLAS SERIAS















Entre ruina y visita, desviamos un poquito el rumbo por el magnetismo de las olas de El Salvador. Para la gente en general, El Salvador es un pequeño país de Centroamérica con poco que ofrecer turísticamente hablando, si cabe, es incluso tristemente famoso por las maras y los pandilleros. Pero para la gente que hace surf, éste un país de los importantes, por la calidad de las rompientes de derecha que tiene.
En este viaje hemos estado cogiendo olas buenas, pero siempre pequeñas. Eso ha contribuido a que Hispana vaya mejorando su técnica y cogiendo confianza lo cual ha estado muy bien y supongo que yo también he mejorado algo la técnica. Pero en el surf, además de la técnica está el “tacto” y el tacto se alcanza, simplemente cogiendo olas algo más difíciles. Olas que te planteen un pequeño reto, olas que te den algo de miedo. Tener tacto te hace colocarte en el sitio correcto de encuentro con la ola, remarla justo a tiempo para bajarla con seguridad, pisar el punto correcto de la tabla, etc., etc., etc. Después de meses sin surfear olas serias, yo había perdido el tacto por completo y las olas de El Salvador me han hecho recuperarlo. Lo bueno del tacto es que igual de rápido que se pierde, se gana, aunque en el proceso se pasa un poco de miedo, porque bajar olas fuertes sin tacto es un poco como conducir sin ver bien, lo más normal es que te caigas y como la ola es fuerte, conlleva talegazo, lavadora-revolcón y en algún caso agobio de aire hasta recuperar la superficie.

Las olas de El Salvador nos han supuesto un reto para los dos. Lo bueno es que cada uno podía colocarse en una zona de la playa o en la altura de marea correcta para su nivel y empujar un poco su límite. Hispana ha estado bajando olas cuatro veces más grandes que las que le causaban pánico hace unos meses, y lo ha hecho estupendamente y sin miedo. Pero no solo eso, sino que ha cogido paredes (olas limpias, dejando la espuma atrás) de 300 metros hasta la orilla y empieza a disfrutar de las verdaderas sensaciones del surf. Yo por mi lado, he vuelto a bajar esas olas en las que al subirte a la tabla no notas el agua debajo de ella sino el aire y más que poner el pie en la tabla para bajar la ola, te colocas la tabla (que “flota” en el aire) debajo del pie y pisas para buscar el contacto con el agua y bajar la ola. He recuperado sensaciones de catapulta, ingravidez, velocidad y poder del agua, típicas del surf de olas serias, que no había tenido en muchos meses.

GUATEMALA; ATITLÁN Y CHICHICASTENANGO











Aprovechamos nuestro paso por Guatemala para asomarnos al lago de Atitlán y al mercado de Chichicastenango. El paisaje de Guatemala es muy accidentado, volcánico, muy verde y dramático. Muy bonito y muy incómodo de viajar. Ahora además coincide con que estamos en época de lluvias con lo que, a las curvas, hay que añadirle los impredecibles desprendimientos en las carreteras. En esta época del año, se producen muchísimos desprendimientos y derrumbamientos que se van viendo a ambos lados de la carretera según viajas. Tan normal son los montones de tierra bloqueando la carretera como la desaparición de la misma porque se ha ido montaña abajo dejando un “bocao” de 10 metros de vacío.

Superado el desplazamiento, es muy bonito ver el lago, los pueblos de alrededor y el famoso mercado de Chichicastenango. Todos los jueves y domingos los habitantes de la región, en su mayoría indígenas, vienen al mercado a comerciar. Es muy interesante andar entre ellos, ya que la media de estatura ronda el metro cuarenta; escucharlos hablar su idioma y darse cuenta que el español lo hablan con dificultad y trazar paralelismos con los pueblos indígenas que hemos visto a muchos kilómetros de aquí. Sus facciones, su vestimenta (quitando los sombreros estilo Serranía de Ronda), su pelo y su talla nos recuerdan a las etnias del norte de Vietnam. Todo cuadra, ancestros comunes y un clima similar dan como resultado una semejanzas muy interesantes.