sábado, 26 de diciembre de 2009

INTERACTUACIÓN PINGÜINERA







Llegamos antes de las 7 de la mañana a Simmons Town. Yo no sé a dónde voy, pues Ignacio me tiene preparada una sorpresa… ¡y vaya con la sorpresa! Para mí ha sido una de las experiencias más increíbles y emocionantes de lo que llevamos de viaje.
Resulta que vamos a la playa de Boulders Beach, que para no defraudarnos es increíblemente bonita. Nada más empezar a caminar por las pailas de madera que nos llevan hasta la playa, empezamos a oír un ruido parecido a un rebuzno. Miramos a nuestro alrededor y ¡allí están! Resulta que en esta playa hay unos habitantes muy especiales. Son unos pingüinos africanos que viven por centenares en esta parte de la costa y que no extrañan a los humanos.
El entorno es insuperable y somos los únicos en entrar en la playa, vamos caminando dejando nuestras huellas en la arena blanquita… Como es parque natural y está protegida, pagas una entrada y puedes estar en la playa todo el tiempo que quieras.
Estamos emocionadísimos, no paramos de sacar fotos, videos, no hablamos y nos agachamos para pasar desapercibidos… nos miramos en silencio con amplísimas sonrisas y movemos la cabeza como expresando “¡Esto es increíble!”
Al poco tiempo los pingüinos nos han integrado en su rutina como si fuésemos transparentes: se bañan, chapotean, dan palmetazos en el agua e incluso alguno se pelea porque estamos en época de celo (y esta época es importante para ellos, ya que hay que elegir bien, pues conservan la misma pareja toda su vida). A un metro de nosotros vemos a una pareja apareándose. Me baño con un grupo de nadadores y comprobamos que podemos acercarnos sin asustarlos. En un momento de interactuación pingüinera estando Ignacio y yo en el agua jugando con ellos una foca hambrienta viene a por su desayuno como un rayo ¡no veas que susto nos llevamos! En ese momento todos los pingüinos salen en estampida por la arena… y nosotros también (yo ya estaba pensando que iba a ser atacada por segunda vez) ¡qué emocionante!.
Cuando de repente miramos el reloj llevamos 2,5 horas allí y nos sentimos como protagonistas de un documental de la 2 (pero sin modorra)… Estamos felices y se nos nota en la cara (y durante todo el resto de día). No queremos irnos de aquí pero son las 9:30 y aparece una familia cargada de ruidosos adolescentes que rompen la magia, así que decidimos irnos con este recuerdo.

CABO DE AGUJAS









El Cabo de Agujas es el punto más al Sur del continente africano y allí se unen el Océano Índico y el Atlántico. Los portugueses fueron los primeros en llegar aquí y lo llamaron así porque se dieron cuenta de que en este punto coincidía el norte magnético con el norte geográfico, de forma que el rumbo que mostraba la aguja de la brújula era el rumbo real que tenían que tomar. Cosa extraña porque en cualquier otra parte del mundo siempre hay una diferencia entre el rumbo de aguja y el rumbo verdadero (porque el norte magnético no coincide con el geográfico y además el primero no es fijo, se va desplazando).
La arena de la costa es preciosa. Hemos visto playas de arena blanquita y de arena blanca-blanca, pero es que esta arena es blanca-blanca-blanca, por que más que arena, las playas son de polvo de concha y de coral, o sea de calcio…
Hacía un viento increíble y nos subimos al faro que tenía unas vistas chulísimas. Ignacio metió los pies en un océano y luego en el otro… Le decimos adiós al Océano Índico y seguimos nuestro camino hacia la Costa Atlántica.
Por el camino paramos en un pueblo llamado “Hermanus” conocido por ser el mejor punto del mundo para el avistamiento de ballenas desde tierra. Aunque estamos nerviosos, sabemos que no es la época; la hemos perdido por poco, pues va de agosto a octubre. Por lo visto se acercan tanto a tierra, que se las ve rascándose el lomo contra los diques del puerto…Pero esta vez no tenemos suerte, pues es verano y cuando se dejan ver es en invierno. Pero lo que si se dejo ver es un animalillo roedor que no sabemos muy bien qué animal es.

¿HABEIS MONTADO ALGUNA VEZ EN AVESTRUZ?










Ignacio había leído en un folleto que había granjas que se dedicaban a criar avestruces y que, entre otras actividades, te ofrecían montar en avestruz. Nada más que de pensarlo nos dio la risa y decidimos que sería una aventurilla muy especial… Hablando por el camino empezamos a pensar que las avestruces pesan unos 120 kilos y que corren hasta 70 km por hora… en este momento de miedo-risa Hispana dice “Alea jacta est” y ya no hay vuelta atrás…
Al llegar al criadero vemos cómo incuban los huevos, nos enseñan los diferentes tipos de plumas, les damos de comer y vemos algunas curiosidades como una especie de cuadriga romana que construyeron a principios de siglo para que fuese tirado por 4 avestruces: delante dos hembras en celo y detrás dos machos. El invento no funcionó muy bien y el carro sólo lo usaron una vez.
Visitamos a una pareja de avestruces que estaban incubando. El guía con un palo lleno de pinchos asustó a la avestruz en cuestión, que al levantarse tenía debajo como ¡15 huevos gigantes!. Resulta que el macho y la hembra se turnan para incubar, de día lo hace la hembra y de noche el macho.
Bueno y por fín… ¡montarse en avestruz!. A pesar de que el guía nos advierte que es bajo nuestra responsabilidad, Ignacio es el primero en atreverse. Hay que montarse agarrándote de las alas, inclinando el cuerpo hacia detrás y con las piernas flexionadas y apretando fuerte para no caerse. Para que te montes, al avestruz la sujetan y le ponen un saco en la cabeza. Luego, contigo arriba, le quitan el saco y le dan una palmada el trasero para que salga corriendo como dice Ignacio “como una gallina sin cabeza”. Para bajarse no hay muchas técnicas, hay que intentar “chorrarse” para atrás porque si te caes por delante la avestruz puede pisarte…
Curiosidades de las avestruces:
• La hembra pone un huevo cada 3 días. Cuando tiene suficiente, entre 12-15 huevos (que es lo que puede abarcar para incubar) es cuando se sienta encima y empieza a incubar. Al empezar la incubación a la vez, todos los polluelos nacen a la vez (unos 45 días)
• El polluelo está dentro del huevo con las patas orientadas hacia la cáscara y tiene una burbuja de aire al alcance de sus uñas. Crece de forma que rodea la yema se queda dentro de su estómago así que al nacer no come nada durante sus primeros días de vida. Cuando está listo para nacer, rompe con sus patas la burbuja de aire, empieza respirar y después empieza a romper la cáscara.
• Llegan a la madurez a los dos años y tienen 30 años de vida reproductiva.
• El primer huevo que pone una avestruz es infértil (sólo tiene clara), es como la mitad del tamaño normal y sirve para abrir los canales. Pondrá otro huevo igual al final de su vida reproductiva
• Pueden vivir unos 50-60 años aunque en esta granja un ejemplar llegó a vivir 88 años
• Tienen 19 vértebras en el cuello que es super flexible y puede girar 360 grados
• Un huevo pesa 1,5 kilos, tarda una hora y media en cocerse para comérselo duro y da para 8 personas
• Tragan piedras hasta que tienen más o menos 1,5 kilos en su estómago. Nunca las expulsan y le sirven para ayudarle a digerir los alimentos porque aprietan el estómago y las piedras y la comida rozan. Cosas curiosas que han encontrado en el estómago de un avestruz: trozos de tubería, tacón de zapato de señora, bujías, cochecito de juguete, trozos de madera…
Por cierto, al salir de la granja nos felicitan la navidad… ¡con el calor se nos había olvidado que ya casi es Nochebuena!

domingo, 20 de diciembre de 2009

PLATTEMBERG BAY (PENÍNSULA DE ROBBERG): ¡ESTO ESTÁ LLENO DE PARQUES NACIONALES!









Hay tanto que hacer aquí que se hace muy difícil elegir. Después de dormir en una casita muy acogedora nos levantamos y no sabemos qué actividad escoger (estamos sobrecogidos): kayak por la bahía, interactuación con pájaros y monos (Hispana todavía tiene el susto metido en el cuerpo), día de pesca en barco, senderismo… pero da igual, todo es tan bonito, que decidas lo que decidas es imposible equivocarse.
Al final nos decantamos por hacer senderismo en una península que es, para variar, Parque Nacional. El ecosistema consiste en dunas de arena blanca-blanca, bosques, playas flipantes y hasta una colonia de focas. Las veíamos jugando en el agua desde una altura de 100m, saltaban, chapoteaban y hasta hacían surf… en este momento pensamos que si la reencarnación existe, no estaría mal que fuese en una foca.
Seguimos paseando y de repente al abrir el bosque, nos encontramos con que estamos andando por encima de una duna gigante… ¡que de arena blanquita a nuestro alrededor! Al final de la duna se divisa el final de la peninsulita con agua a los dos lados… es por la mañana temprano y somos los únicos que paseamos por este lugar tan idílico. Hace un día estupendo y mucho calor así que después de tirarnos por la duna, nos bañamos en el agua gélida y terminamos nuestra caminata de 2 horas ensalitrados y con el cogote quemado.

GARDEN ROUTE: UNA FLIPADA









La Garden Route es una carretera que va desde Plattemberg Bay hasta Mossel Bay y que engloba el Parque Nacional de Tsitsikamma (marítimo-terreste en el Océano Índico). Decidimos visitar el parques y nada más llegar nos compramos algo de comer y nos lo comemos en lo que Ignacio denominó “el comedor de verano más flipante del mundo”. Unas mesas de piedra al aire libre en un entorno tan increíble, que prometo que, por primera vez en mi vida tuve la sensación de no saber a dónde mirar.
Para bajar la comida nos hicimos una ruta de 3,5 horas. Primero un camino pasando por un puente colgante y luego por el Otter Trail (la ruta de la nutria) hasta una cascada super bonita con una poza gigante donde yo no me lo creía, pues era la única bañándome en esa “piscina” tan especial. El Otter Trail es una de las caminatas más famosas de Sudáfrica. Es una ruta por la costa de 45 km que se tarda varios días en hacer.
Pero todo esto que contamos, todos estos paisajes, todas estas caminatas, se hacen en una paz infinita, pues no están masificadas para nada. Te cruzas con alguien sólo de vez en cuando, por lo que puedes interactuar con los animales (como un cervatillo que se hizo amigo de Ignacio).
Tras este paseo literalmente “de cuento” nos coge de camino el puente de Boulkrans, con una altura de más de 200m donde la gente hace puenting… Es el salto comercial más alto del mundo… desde luego yo no me tiraba ni loca. De ahí nos vamos a la última playa del parque nacional de Tsitsikama (que significa el sitio de las mil aguas). Es la playa de “Nature Beach” y hemos tenido la suerte de que nos la ha recomendado una señora a le que le preguntamos por la mañana cómo llegar al parque. Hay una laguna, está rodeada por una montaña con una vegetación exuberante, la arena es blanca, la playa inmensa y el agua transparente… se ven a familias enteras pescando, montando en canoa por el lago, montando en bicicleta, paseando al perro, haciendo windsurf, etc, nadie se aburre… y cuando cruzas tu mirada con la de alguien, te sonríe. Te miran como diciendo, “yo soy feliz, ¿y tú?”. En este preciso instante es cuando reflexiono y digo: “Ignacio; tenemos un problema. Yo no quiero irme de aquí”…

AZIN ZI, JOÉEEEE!!!!





He venido a una de las mecas del surf del mundo y encima es una ola en la que voy de cara y no me están cuadrando los días. Me estoy levantando a las 4:30 de la mañana que es cuando empieza a clarear aquí, no solo por evitar gente sino por evitar viento. Normalmente en esta época del año a partir de las 8-9 de la mañana se mete el viento y destroza la ola. Además como es verano, lo que destroza el viento es la “miniola”. Me intento consolar diciéndome que cada ola tiene su época del año, su viento, su punto de marea, etc; pero me putea horrores estar aquí y no poder disfrutar de este pedazo de sitio. Además lo he visto tantas veces en los videos y en las revistas que es como si ya tuviera aprobado el “teórico” y estoy aquí para sacarme de una vez el “práctico”.
Ayer por la tarde devolví la tabla y el traje de alquiler, a la vista de la previsión, pero en un momento de inspiración, le dije al tío que me la dejara por la mañana por si acaso… cual sería mi cara de desesperación que el tío me dijo “anda llévatela y no me pagues el alquiler de mañana…”
¡Menos mal! El mar ha bajado un poco con respecto a ayer, pero sobretodo ha bajado el viento y está ordenado. Soy el primero en entrar el agua. La gente ha caído en la “trampa del becario” (cuando las previsiones se equivocan, solemos decir que hay un becario haciéndolas) y de hecho estoy SOLO en Jeffreys Bay. Estar solo en Jeffreys Bay es muy bueno y muy malo a la vez. Muy bueno porque las excelentísimas olas son todas para ti, pero muy malo porque tu excelentísima carne humana puede ser toda para los tiburones ya que no hay más menú donde elegir.
Me meto en la zona que llaman The Point, que es la que más se ajusta a mi nivel (hay otras que se llaman Impossibles, Supertubes o Boneyard que solo por el nombre ya dicen que son difíciles) El agua esta fría, llevo un 4/3, como en invierno en Portugal y remo hasta el pico, me paro y me marco una enfilación en tierra. No hay corriente; es lo que me faltaba por comprobar, se me va dibujando en la cara una sonrisa porque veo que este baño por fin me puede cuadrar. Las olas están como de 1 metro con series de 1,5, es pequeño para Jeffreys pero perfecto para mí. Cojo la primera ola y por fin la disfruto. Es una ola que va dibujada para surfear en vertical (el que sepa hacerlo) y que normalmente no cierra… Un gustazo. En esta primera he pecado de estresado y me he puesto a correr todo lo que he podido para evitar que me cerrara; pero aquí no cierran y me doy cuenta, así que para la siguiente ola cambio el planteamiento. Intento bajarla recto cerrar el giro abajo y subir al labio todo lo vertical que me permite mi surf, para girar arriba y volver a bajar. Me quedo impresionado porque me va saliendo lo que me planteo y veo que una ola cojonuda y yo somos capaces de hacer cosas chulas…
Estoy teniendo un absoluto idilio con la sesión que se prolonga hasta dos horas y media, de las cuales una y media estoy absolutamente solo. Hace un solazo impresionante y la vista desde el agua es una chulada. Estoy al sur de África en el océano Índico y tengo mucha suerte, a mitad de sesión me pasa rodeándome una manada de unos 50 delfines y justo después cojo la mejor de mis olas… en este momento puede darme el síndrome de Sthendal…
Pero todo se acaba y esto también, empieza a entrar gente en el agua, empiezo a sentir el frío y los brazos ya no me responden como hace un rato. Sin embargo me resisto a salirme del agua, porque no sé cuándo voy a tener otra oportunidad como esta. Mi plan es descansar sentado un rato en la tabla, para intentar coger otra ola y con alguna tiritona voy aguantando.
Todo iba según lo planeado hasta que tuve que ver al puto tiburón. No era grande, sería como de un metro, pero me provocó una urgencia en el intestino como de otro metro, así que aproveché una amable espuma que me vino y me salí del agua feliz y de una pieza…
¡Gracias Jeffreys Bay!

lunes, 14 de diciembre de 2009

JEFFREY’S BAY








Hemos estado 3 días donde rompe una de las mejores olas del mundo… Ignacio ha estado levantándose a las 4:30 de la mañana para surfear y como podréis imaginar llegaba al pico incluso antes que los tiburones (aunque no ha tenido mucha suerte con las condiciones y no ha podido disfrutar la ola en un día bueno). El caso es que con estos madrugones nos da tiempo a hacer un montón de cosas en el día. Hoy como guinda al pastel nos hemos ido a un criadero de leones. No el típico “Safari Park” de de España con leones enjaulados ¡NO!. Es una reserva privada (como un pequeño parque nacional) de un montón de hectáreas donde los animales están a sus anchas y hay unos carriles de albero por los que moverte con tu propio coche. Los animales están bastante acostumbrados a los coches y si vas despacito no se asustan. De hecho a veces te miran como diciendo ¿vas a pasar tú o paso yo? Y en principio con los herbívoros pues llevas la ventanilla medio abierta, pero cuando pasas a medio metro de los leones empiezas a subir la ventanilla y te da miedo hasta mirarlos. Como dijo Ignacio mientras sacaba una foto “como este león se venga pa mí, me jiño”…
Hemos visto ñus, okapis, springboks, cebras, jirafas, leones, cocodrilos, servales… pero lo más emocionante ha sido jugar con los leoncitos. Resulta que había varios cachorros (de 4,5 y 6 meses). Dicen que lo ideal para jugar con ellos es cuando tienen 2 o 3 meses, así que los cogimos ya grandecitos (entre 45 y 60 kg). De hecho nos dijo el cuidador que con 8 meses ya no los dejan jugar con las personas porque se vuelven más agresivos. Ignacio llevaba toda la vida queriendo interactuar con leones así que se lo pasó en grande, y yo estaba encantada acariciándolos e intentando que no se comieran mi pantalón ni mis calcetines. Tienen tanta fuerza que te hacen daño incluso jugando, así que el cuidador está muy pendiente para que no se te tiren encima para jugar o te peguen “bocaitos”. Desde luego ha sido uno de los momentazos del viaje.

domingo, 13 de diciembre de 2009

HOGSBACK




Hogsback es una zona montañosa de selva húmeda preciosa. La leyenda urbana dice que por aquí estuvo Tolkien de niño y que se inspiró para escribir un libro que en su día fue El Señor de los Anillos. Y no nos extraña nada porque cuando vas andando por estos bosques parece que te vas a encontrar con un elfo o con un hada… Con lo que si nos encontramos fue con un babuino de unos 50 kg que imponía una barbaridad.
En el paseo nos bañamos en la cascada y fue muy divertido. Además aquí cuando el sol pega hace muchísimo calor así que nos vino estupendamente para refrescarnos.

CINTSA






Cintsa es un pueblo de la costa sureste (Océano Índico). Tiene unos paisajes muy bonitos; hay una laguna que llega hasta la playa y está rodeada de vegetación. Las playas son de arena blanca y muy salvajes, nos recuerdan a las playas de Sagres pero más exageradas y con mucha menos gente (a pesar de que aquí es verano y se supone que han empezado las vacaciones). Como en cualquiera de las playas de por aquí, hay olas y el sol brilla de una manera especial. Es un sol que pica mucho y es tan potente que hasta los negritos de aquí van por la calle con paraguas!

SUDÁFRICA



Bueno pues ya estamos en Sudáfrica y la hemos cogido con muchas ganas. Llevamos sólo 3 días aquí y todo lo que estamos viendo nos está encantando. Es un país precioso y muy interesante. La gente parece simpática y por ahora no nos ha parecido un país peligroso.
Es un tanto extraño porque a veces se te olvida que estas en África ya que las casas, las carreteras, los paisajes y la gente blanquita y rubita te hacen pensar que estás en Europa. Pero en cuanto ves a los negritos o se te cruzan por la carretera animales en plan bestia como monos de 50 kg o lagartos de 40kg te acuerdas de que esto es África.
El primer día que llegamos nos alquilamos un cochecillo con el volante al otro lado, un “Chevrolito”. Y menos mal que lo hemos contratado con kilómetros ilimitados porque en dos días ya le habíamos hecho 800…

lunes, 7 de diciembre de 2009

LA INDIA ES MUCHA INDIA






La India no te cansa, te agota. Al principio te impresiona, te sorprende y te admira. Pero poco a poco las dificultades y las incomodidades van pesando y van acumulándose y la verdad es que ya estamos con ganas de cambiar de aires.
Si me pidiesen que describiera la India con un solo adjetivo diría que es SUCIA. Hemos visto tantas cosas increíbles que no podríamos contarlas todas. Por un lado porque serían demasiado desagradables y por otra porque no tendríamos suficiente espacio en este blog. Un día mientras esperábamos en la estación de tren vimos a una niña andando por las vías. Iba buscando entre la basura cucharillas de plástico. Andaba entre las ratas y cuando encontraba alguna cucharilla la cogía y la guardaba en una bolsa… Imaginaros la cara que se nos quedó a Ignacio y a mí cuando en el tren nos sirvieron la comida y nos pusieron una cucharilla de plástico…
Creo que si se lo propusiesen podrían entrar en el libro Guiness de los Records por ser los más sucios, los más ruidosos, los más estresados, los más mentirosos… cómo veis no muchas cosas positivas. Y es que si pusiese en una balanza todas las cosas buenas y malas que nos han ocurrido en las 3 semanas que hemos vivido aquí, tristemente pesarían más las malas. Y es que el problema es que no se limitan sólo a acosarte o a intentar sacarte dinero a toda costa sino que su principal objetivo es timarte y pedirte 10 veces más de lo que valen las cosas. Y para ello te mienten y te dicen que tal sitio está cerrado, que no se puede visitar, que está demasiado lejos para ir andando… todo a su conveniencia.
Hoy me ha pasado en el tren algo que en principio podría parecer una tontería; pero que, analizándolo, para mí define un poco cuál es el trato hacia los turistas. Por la mañana, tras dormir toda la noche en el tren quería tomarme un sobre de paracetamol porque ando resfriadilla y justo que paso un chico vendiendo té y café por los vagones. Le pedí por favor un vasito de plástico para tomarme la medicina (el agua la ponía yo) y me dijo que no me lo daba (no tenía otra cosa que vasos de plástico, que, por cierto también hemos visto a gente recogiendo los usados). Le pregunté que por qué no me lo daba y le insistí hasta que un indio que estaba a mi lado le dijo, “anda dale un vaso”… y entonces me lo dio. A lo que voy es que, como dice Ignacio si no pueden sacarte una sola rupia, entonces no les interesas.
Pero claro, por otro lado me pregunto ¿quiénes somos nosotros para juzgarlos que hemos nacido en la parte privilegiada del mundo? Tenemos todas las comodidades y la posibilidad de tener la vida que queramos y de elegirla… está claro que el mundo es injusto y hasta cierto punto me planteo que tiene cierta justificación cuando nos miran diferente y cuando nos ven como a una fuente inagotable de dinero… ¡Es tanta la pobreza que hay en este país!