martes, 23 de febrero de 2010

RUANDA, NO APARENTA LO QUE HA SUFRIDO



GENOCIDIO. Es una palabra que no existía antes de 1944, pero Hitler con su persecución a judíos, gitanos, etc. creo la necesidad de acuñar un término para lo que él había perpetrado. En la historia del mundo se habían producido otros genocidios antes que el de los judíos (como el de los armenios a manos de los turcos a principios del siglo XX) pero la magnitud del holocausto de la segunda guerra mundial hizo surgir nueva la palabra en la comunidad internacional. Genocidio viene del latin “geno” pueblo, origen, tribu y “cidio” acción de matar y supone un delito internacional clasificado dentro del género crímenes contra la humanidad. Se entiende por genocidio cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal. Estos actos comprenden la muerte y lesión a la integridad física o moral de los miembros del grupo, el exterminio o la adopción de medidas destinadas a impedir los nacimientos en el grupo.

Ruanda es un país muy pequeño del centro de África que comparte frontera con El Congo, Uganda, Tanzania y Burundi. Sus habitantes primitivos eran pigmeos twas (cazadores) que fueron desplazados por los hutus (agricultores) y éstos posteriormente fueron dominados por los tutsis (ganaderos). El caso es que estos 2 últimas tribus nunca se han llevado muy bien y a lo largo de la historia se había producido alguna matanza de tusis (minoría dominante) sobre hutus, aunque por el hecho de compartir un territorio tan pequeño no eran infrecuentes los casos de familias mixtas. En la época colonial, primero llegaron los alemanes en el siglo XIX y después de su derrota en la primera guerra mundial, los belgas. Éstos alimentaron aún más la discordia porque gobernaban a través de los líderes tribales tutsis. Introdujeron el carnet de identidad étnico que separaba las dos razas y dieron más beneficios a los tutsis para utilizarlos como herramienta de mando. A veces los dos pueblos estaban tan cercanos que el criterio de determinación de raza era más social que racial y se hacía por el número de vacas que la familia poseía. (“eran” tutsis los que tenían 10 vacas o más y hutus los que tenían menos de 10). Llegó un momento que las demandas de los tutsis a los belgas fueron demasiado altas y los belgas comenzaron a beneficiar algo a los hutus, radicalizando aun más las posiciones. Tras la independencia de Ruanda el conflicto estaba servido y no hizo más que empeorar.

El caldo de cultivo prosperó con los gobiernos de independencia y se llegó hasta los años 90 con varios episodios de violencia interracial tanto en Ruanda como en el vecino Burundi con una situación muy similar. La mayoría hutu había llegado al gobierno después de siglos de dominación tutsi. Y a mediados de los 90 estalla el gran conflicto. Los datos son escalofriantes: asesinaron a unas 800.000 personas de un total de 9.000.000 (un 11% de la población y 4/5 partes de los tutsis que tenía el país), del resto 7.000.000 fueron desplazados de sus pueblos huyendo de la muerte y de esos, 3.000.000 de personas escaparon a países vecinos donde se refugiaron. El número de niños que quedaron huérfanos fue el más alto del mundo en términos absolutos. Las muertes se producían en ambas razas aunque predominantemente entre los tutsis.



Es sobrecogedor escuchar las historias personales de los supervivientes. No se me quita de la mente por ejemplo, cuando cuenta una chica de unos 30 años que paseaba por la calle y todo estaba en silencio. Dice que parecía que hasta los animales sabían que algo pasaba y no se escuchaba ni a los pájaros. Todo era silencio. Las calles estaban atestadas de cadáveres que eran devorados por los insectos. De repente entre el caos vio el cadáver reciente de una chica joven con su bebé vivo mamando de los restos de su madre. Las formas de asesinato eran brutales como cortar pies y manos y dejar agonizar hasta morir… y muchas más formas todas igual de crueles. ¡Y pensar que de esto hace menos de 15 años! no ha pasado ni siquiera una generación que ayude a olvidar un poquito.

El genocidio no fue producto de un estallido espontaneo de violencia, sino una matanza bien planeada, avisada y conocida por las grandes potencias. Mientras las muertes se producían por miles, el mundo miraba hacia otro lado. Se produjeron grandes hipocresías históricas desde la comunidad internacional. Estados Unidos abogó en la ONU porque no se calificara el conflicto como genocidio para no tener que intervenir (según su legislación, deben intervenir en casos de genocidio). Francia que apoyó al gobierno hutu ejecutor de la matanza (en un intento de perpetuar la “grandeur en la francophonie africana” ya que los tutsis eran de una inclinación más anglosajona) se puso posteriormente a pacificar el territorio, erigiéndose el interlocutor de la pacificación. Kofi Anan, secretario General de la ONU pidió perdón públicamente en un discurso muy emotivo diciendo que podía haberse hecho mucho más y que la comunidad internacional era responsable por omisión. El gobierno belga también pidió perdón públicamente.

Aunque terriblemente tarde, Naciones Unidas se puso manos a la obra y por lo menos algunos de los arquitectos de aquella catástrofe están siendo juzgados en el Tribunal Internacional de Arusha (Tanzania). A día de hoy, después de tantos años se siguen juzgando a culpables porque todavía siguen las detenciones.
Pero lo más meritorio es que el país parece haber pasado página de todo esto, y haber roto con la violencia, ya que como decía una superviviente: “Si nosotros ahora tomamos la revancha entonces sus hijos la tomarán con nuestro hijos, en algún momento tiene que romperse esta cadena”…

Lo que más sorprende es que un genocidio, no es un delito único, sino una cadena de miles de delitos individuales. Además siempre es premeditado, cuesta imaginar la perversidad de las mentes que lo planean y que la comunidad internacional estaba al tanto y no hizo apenas nada.

En Kigali la capital de Ruanda hay un memorial del genocidio que estuvimos visitando. En él explican el genocidio que ellos protagonizaron y otros de la historia de la humanidad como el nazi o el de la antigua Yugoeslavia. Es normal ver a los turistas y visitantes del centro secándose las lágrimas al recorrer el memorial. Su visita te provoca muchísima pena. Pero lo más terrible es, que la conclusión que sacas al salir de allí, es que el genocidio de Ruanda no ha sido el último y que probablemente nosotros seremos testigos de otro, quién sabe en qué parte del mundo. Concluyes que la humanidad tiene ese lado oscuro y que es posible que, una vez más el resto del mundo mire para otro lado…

3 comentarios:

Unknown dijo...

ppuuufff que fuerte como somos capaz de hacer estas barbaridades increíbles los seres humanos

Rocío Monedero dijo...

Por supuesto que no es el último, desgraciadamente es inherente a la humanidad el "sometimiento" de los que son "diferentes" a nosotros.
Y yo creo que vamos a peor en una sociedad en que se prima la competitividad por encima de los valores humanos, y donde "el mejor" no es el recto y el honrado, sino el que se enriquece más ,aunque con ello se quede con la riqueza o los bienes que le corresponderían a miles o millones de personas.LO dejo porque me deprimo a mí misma. besos culebras

Unknown dijo...

Como bien habeis dicho, las diferencias entre Utus y Tutsis sólo son sociales. No hay diferencias genéticas entre ellos (como si tenerlas fuera una excusa). Se mataron entre hermanos y como en otras ocasiones la ONU no cumplió con su deber. Hoy en día, la continuidad de la ONU, tal come es actualmente, debería ser discutida.