jueves, 14 de enero de 2010

LA PÉRDIDA DE LOS BOSQUIMANOS





Los bosquimanos eran unos hombrecitos que habitaban una zona entre Namibia, Sudáfrica, Zambia y Botsuana. Llevaban 30.000 años viviendo allí hasta que empezaron a llegar otros pueblos en sucesivas migraciones. Primero los negros, después los marrones (una gente con cara de negro y piel blanca) y por último los blancos. Eran pequeñitos, como de 50 Kg. de peso y 1,5 m de estatura y de piel amarilla para soportar mejor la radiación solar (como leones y algunos herbívoros). Eran absolutamente nómadas, por lo que no tenían más posesión que un taparrabos y un arco y unas flechas. Ni siquiera tenían utensilios como vasijas pues no cocinaban ni transportaban agua.
Cuando empezaron a llegar las primeras migraciones externas, hace 500 años, fueron siendo empujados hacia el interior del desierto, donde no había agua y tuvieron que aprender a vivir sin ella. La forma de obtenerla es a través de los fluidos de otros seres vivos capaces de recoger el agua, como hierbas, tubérculos, escarabajos, lagartijas culebras o mamíferos. Por ejemplo, un escarabajo del desierto recoge por la noche en su lomo una cantidad de rocío (el mar está a solo 40 Km.) equivalente al 40 % de su peso que después lleva hasta su boca gracias a unos canales que tiene en su caparazón. O sea que comerse unos cuantos escarabajos proporciona además de alimento, una gran cantidad de agua. Al cazar un mamífero lo primero en consumirse eran los ojos, cargados de humedad, después se bebían la sangre para saciar la sed y después se lo comían o crudo o cocinado lo menos posible para que no perdiera humedad con el fuego. Los bosquimanos vagaban por el desierto en busca de comida y podían pasar días sin que comieran más que algunas lagartijas o escarabajos. Por eso desarrollaron una capacidad enorme de injerir gran cantidad de comida cuando la tenían, hasta 10 Kg. de carne en una sentada (un 20% de su peso corporal). Además en la coronilla no tenían pelo y la piel la tenían 3 veces más gruesa que la piel normal de esa zona para poder aguantar toda la insolación diaria.
Conocían a fondo la naturaleza y la conservaban para poder legarla a sus hijos. Si hacían un fuego, lo hacían con poca leña y a ser posible muerta. Si mataban a un animal para comer, nunca mataban a una madre con crías y en caso de poder elegir, mataban al animal más pequeño que pudiera alimentar a todo el clan.
La arena del desierto guarda gran cantidad de información, lo cual les servía tanto para saber dónde encontrar el sustento diario como para poder deducir qué había pasado en caso de producirse algún hecho violento. Es por lo que, junto con su forma de ver la vida, en su sociedad no existía la criminalidad, ni el adulterio. La arena habla por la impresión de las huellas y deja escrito todo lo acontecido. De hecho, la primera cosa que un niño aprende de pequeño es a identificar la huella de su madre, así nunca se perderá porque siempre será capaz de identificarla entre las demás y seguirla para no quedarse solo. Lo siguiente que aprendía un niño era a identificar qué hierbas son comestibles, cuáles te calman la sed o cuales te provocan diarrea…, así con escarabajos, lagartijas y serpientes, hasta que por fin aprendían a cazar.
Una vez que eran cazadores, estaban preparados para buscarse una mujer y formar una familia. Entonces la tradición decía que tenían que salir a andar días hasta encontrar la mujer adecuada. Esa mujer tenía que tener tres cualidades;
1 Ser como un avestruz para prever el peligro a tiempo y proteger a los niños
2 Ser como un orix para defenderse con agresividad cuando la situación lo requiriese.
3 Ser como una abeja, trabajadora y a la vez de lengua dulce.
Antes de emprender el camino, le pedían a la diosa luna que les ayudara en su búsqueda y lo hacían con danzas (ya que la luna puede ver, pero no puede escuchar). A veces tardaban semanas en volver al clan con la nueva mujer, pero de esta forma evitaban la consanguineidad.
Los bosquimanos cazaban con un pequeño arco y unas flechas impregnadas en un veneno. El alcance de los arcos era sólo como de 5 a 10 metros, era por lo que tenían que acechar a la presa con suma calma durante horas bajo el sol para irse acercando poco a poco, hasta tenerla a tiro. Se escondían detrás de un matorral y si no lo había, lo llevaban consigo y iban escondiendo detrás. Aprovechaban las horas más calientes del día para cazar ya que los animales permanecían bastante inactivos a la sombra de algún matorral o en la parte alta de las dunas, donde corre la brisa. Tenían un increíble control de sí mismos, para permanecer inmóviles e imperceptibles durante horas en el acecho de una presa a 40 grados bajo el sol con moscas, hormigas que MUERDEN, escorpiones y otros bichos que te acosan a ti constantemente.
La vida de los bosquimanos era tan dura que sólo los más fuertes podían continuar. Las personas mayores o los enfermos, se quedaban atrás para morir solos y no entorpecer la marcha del grupo (de esa forma todos morirían). Incluso en los años de peores sequías las madres que no podían seguir al grupo tenían que abandonar al más débil de sus niños sanos. Era la única forma de sobrevivir los años secos, huyendo hacia delante. Cuando abandonaban a alguien a morir, nadie miraba atrás, nadie lloraba y nadie volvía a hablar de esa persona para no propagar la pena. Solamente los más cercanos a la persona perdida se podían sentar por la noche en el lado de la hoguera dónde bate el humo porque todo el mundo sabe el humo en los ojos provoca lágrimas. Nunca mataban a la persona abandonada (para ahorrarle sufrimiento) porque a lo mejor a pocas horas de camino conseguían matar a algún animal y podían volver a alimentarlo y darle una segunda oportunidad. Y si un blanco les preguntaba que cómo eran capaces de abandonar a sus hijos en el desierto; ellos respondían que los blancos nunca habían escuchado el llanto de sus hijos durante días por falta de comida, de agua, o por simple frío, porque la vida en el desierto es mucho más dura de lo que pueda parecer.
En el desierto los días pueden superar los 45 grados y las noches caer hasta los 15, lo cual es bastante frio para no tener con qué protegerse ni bajo qué guarecerse. Por eso los Bosquimanos intentaban llegar a la noche cansados y comidos para dormir bien. Si no habían comido le bailaban danzas a la diosa luna para que les permitiera comer al día siguiente. De esta forma combatían el hambre y el frío. Había que evitar pensar en el frío para no tenerlo, de forma que las noches más frías, después de las danzas se contaban historias para distraer el frío y aguantarlas mejor. Historias como la del mal cazador que desoyó a su padre por un enfado de su mujer. Era un cazador que llevaba tiempo sin traerle a la familia más que algunas lagartijas o escarabajos para comer. Entonces su mujer enfadada le dijo que era un mal cazador y que no era capaz de alimentar a su familia. Él, dolido se fue a buscar alguna presa y se encontró a una orix con sus crías recién nacidas. Entonces justo cuando empezaba a escuchar la voz de su padre, que le enseño a respetar a las madres y a las crías para poder comer en el futuro, se superpuso la voz de su mujer diciéndole que era un mal cazador. Eso le hizo acechar a la orix y cuando la tuvo a tiro fue a cargar el arco y éste crujió. Eso hizo a la orix darse cuenta de la situación y atacar al bosquimano. Pero la luna que lo había presenciado todo, se apiadó del mal cazador e hizo que la orix fallara el derrote dándole así al cazador la oportunidad de escapar. Fue entonces cuando el cazador volvió a ver las cosas con claridad y pensó “¿si la orix llega a matarme quién iba a alimentar a mi familia? y entonces se dio cuenta que nunca debió haber desoído las palabras de su padre.
Lo peor en la historia de los bosquimanos fue cuando llego la última de las migraciones, la blanca. Los confinaron aun más en el desierto de arena, hasta que llego un momento en el que los bosquimanos para defender su territorio y poder sobrevivir empezaron a matar blancos. Los blancos de aquella época los consideraban como animales empezaron a matarlos con armas de fuego como si se tratara de una cacería más que de una guerra. Tanto fue así que se extendió la costumbre de tener un pequeño bosquimano en casa como “animal exótico” por supuesto encadenado al sol. Para ello lo que hacían era buscar una tribu, exterminarlos a todos menos a las mascotas y llevárselas para casa. Ellos en la primera oportunidad que tenían se escapaban y normalmente volvían al desierto a morir. Tanto fue así que en una época posterior incluso se extendían permisos de caza gubernamentales para “cazarlos”. Con estas prácticas diezmaron la población y con el paso del tiempo intentaron escolarizar a los que quedaban. Los bosquimanos nunca llegaron a estar educados para vivir y trabajar en los pueblos y no tuvieron la oportunidad de aprender de la naturaleza como sus padres para poder sobrevivir en ella, así que se convirtieron en mendigos u oportunistas, se mezclaron con otras razas y su estirpe se acabo diluyendo a mediados del siglo XX.
Recomiendo una película que muestra un poco sus habilidades y su forma de ser, “Los dioses deben de estar locos” (la primera parte). Además de ser interesante por el tema de los bosquimanos es muy graciosa.

2 comentarios:

Jenny D dijo...

Hey guys, how are you both? Hope you're having an amazing time. Where are you at the moment?
Wish we were still over there, I miss Africa!
Take care,
Love Jenny x

Unknown dijo...

Jo, que historia mas bonita la de los bosquimanos y que mal acaba, vaya pena.
Osea que andais en Malawi, supongo que seguis con el tour?
Muchos besos culebrillas Maria