domingo, 20 de diciembre de 2009

GARDEN ROUTE: UNA FLIPADA









La Garden Route es una carretera que va desde Plattemberg Bay hasta Mossel Bay y que engloba el Parque Nacional de Tsitsikamma (marítimo-terreste en el Océano Índico). Decidimos visitar el parques y nada más llegar nos compramos algo de comer y nos lo comemos en lo que Ignacio denominó “el comedor de verano más flipante del mundo”. Unas mesas de piedra al aire libre en un entorno tan increíble, que prometo que, por primera vez en mi vida tuve la sensación de no saber a dónde mirar.
Para bajar la comida nos hicimos una ruta de 3,5 horas. Primero un camino pasando por un puente colgante y luego por el Otter Trail (la ruta de la nutria) hasta una cascada super bonita con una poza gigante donde yo no me lo creía, pues era la única bañándome en esa “piscina” tan especial. El Otter Trail es una de las caminatas más famosas de Sudáfrica. Es una ruta por la costa de 45 km que se tarda varios días en hacer.
Pero todo esto que contamos, todos estos paisajes, todas estas caminatas, se hacen en una paz infinita, pues no están masificadas para nada. Te cruzas con alguien sólo de vez en cuando, por lo que puedes interactuar con los animales (como un cervatillo que se hizo amigo de Ignacio).
Tras este paseo literalmente “de cuento” nos coge de camino el puente de Boulkrans, con una altura de más de 200m donde la gente hace puenting… Es el salto comercial más alto del mundo… desde luego yo no me tiraba ni loca. De ahí nos vamos a la última playa del parque nacional de Tsitsikama (que significa el sitio de las mil aguas). Es la playa de “Nature Beach” y hemos tenido la suerte de que nos la ha recomendado una señora a le que le preguntamos por la mañana cómo llegar al parque. Hay una laguna, está rodeada por una montaña con una vegetación exuberante, la arena es blanca, la playa inmensa y el agua transparente… se ven a familias enteras pescando, montando en canoa por el lago, montando en bicicleta, paseando al perro, haciendo windsurf, etc, nadie se aburre… y cuando cruzas tu mirada con la de alguien, te sonríe. Te miran como diciendo, “yo soy feliz, ¿y tú?”. En este preciso instante es cuando reflexiono y digo: “Ignacio; tenemos un problema. Yo no quiero irme de aquí”…

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